Un nuevo 20 de Noviembre. Una fecha que nos recuerda un periodo durante el cual los fascistas y las fascistas, con Franco a la cabeza, asesinaron y reprimieron al pueblo y a la izquierda de forma sistemática después de dar un golpe de Estado contra un régimen legalmente constituido.
Treinta y tres años después de la muerte del dictador Franco, desde la Coordinadora Antifascista del Sureste nos vemos obligadas y obligados a denunciar y condenar el proceso de fascistización que sufrimos en el Estado Español en la actualidad. Un proceso que se hace más que patente en la Región de Murcia, donde la censura contra todo aquel y aquella que piense diferente, contra colectivos de toda índole que trabajan por un mundo mejor, es asfixiante. La construcción de una masa pasiva y homogénea, en la que no cabe la crítica, el matiz, la riqueza del intercambio en la diferencia, es la función social básica del fascismo. Ejemplos de esto son la execrable censura política a Leo Bassi en AlterArte y a grupos musicales como Manu Chao, Banda Bassotti, o Fermín Muguruza; la vergonzosa "razzia" policial contra inmigrantes en Torre Pacheco; la manifestación neonazi de Alianza Nacional en Cartagena el Primero de Mayo.
O en un plano mas general las Directivas Europeas: de las 65 horas y la conocida como "Directa de la Vergüenza" que permite encarcelar a inmigrantes "sin papeles" de 6 a 18 meses sin intervención judicial o la ley de Partidos que deja sin derechos a miles de ciudadanos y ciudadanas sobre todo en Euskal Herria mientras las organizaciones fascistas y xenófobas gozan de impunidad y así un largo etcétera
Un 20-N, por tanto, en el que tenemos que hablar de un rebrote de las acciones del fascismo y recordar al siempre presente compañero Carlos Javier Palomino, un joven de 16 años asesinado por un militar fascista el pasado 11 de Noviembre de 2007
Estos grupos ultraderechistas perpetran continuas agresiones violentas, llegando en demasiados casos al asesinato y constituyendo un auténtico terrorismo contra el colectivo inmigrante, LGTB, y todas las personas que luchan por la justicia social, contra el racismo, al lado de los sectores más expuestos a la explotación y el desamparo. ¿Qué duda cabe de que estas numerosas acciones fascistas conforman un terrorismo de clase? ¿Qué duda cabe de que se ven protegidos y protegidas, de forma pasiva o activa, por los poderes públicos?
Es insultante constatar día a día esta complicidad, y como las personas criminalizadas, perseguidas y estigmatizadas somos los antifascistas y las antifascistas. Son nuestras manifestaciones las ilegalizadas, somos quienes recibimos las cargas policiales y quienes aparecemos en los medios de formación de masas como peligrosas y peligrosos delincuentes a eliminar. Con un discurso machaconamente repetido intentan equiparar fascistas y antifascistas, ataque y defensa, verdugo y víctima.
Y esto no es casualidad. Vivimos una crisis capitalista que trae consigo destrucción de empleo, precariedad, endeudamiento masivo y una fuerte inflación. Así como un aumento de la explotación como ya se ha previsto a través de la Directiva Europea de las 65 horas.
Es en estas circunstancias cuando el fascismo surge como una necesidad para la supervivencia del propio sistema.
Observamos como aumenta la insistencia en los mensajes que achacan al colectivo inmigrante los problemas derivados de la crisis y la inseguridad ciudadana. Los partidos racistas y xenófobos, en muchos casos con la complicidad de las autoridades e instituciones, empiezan preparar el caldo de cultivo necesario para descargar la crisis en nuestras espaldas; ocultando a los verdaderos y verdaderas culpables de la situación con el señuelo del odio al diferente. Por todo esto se hace necesaria una actuación decidida que inevitablemente debe ser unitaria. Inmigrantes y personas autóctonas debemos trabajar en conjunto contra el fascismo en todas sus formas: el de las calles y el del Parlamento.
Este año también viene salpicado por la Ley de la Memoria Histórica y la iniciativa del juez Garzón de abrir un sumario sobre los asesinatos de antifascistas durante el franquismo. Nosotros y nosotras creemos en la recuperación de la memoria histórica, pero una memoria histórica antifascista que no falsee la verdad. Decimos junto a las victimas del fascismo: verdad, justicia y reparación. Exigimos la ilegalización y condena del franquismo y de sus continuadores y no aceptamos que se iguale a fascistas y antifascistas; una manipulación histórica que no sólo se emplea en el contexto de la Guerra Civil, sino que, como hemos señalado, la estamos sufriendo los diversos colectivos antifascistas en los últimos años.
En este 20N, debemos redoblar los esfuerzos de unidad, pues sólo podremos vencer al fascismo con la acción unitaria. Con el trabajo constante en centros de estudio, de trabajo, con convocatorias y actos de óptica antifascista y popular. Para poner fin de una vez por todas al fascismo tanto en las calles como en las instituciones. Para dirigirnos a un cambio social, un proceso democrático de mejora de nuestras condiciones de vida y de cambio radical con lo heredado del franquismo.
Por ello, desde aquí hacemos un llamado a todos los colectivos e individualidades antifascistas que se sumen a esta Coordinadora y la hagan suya
Este 20 y 22 de Noviembre salgamos todos y todas a la calle y digamos no al fascismo en cualquiera de sus formas. Digamos no al racismo y la xenofobia trabajando por la convivencia entre culturas y pueblos. No a la censura ni a la instrumentalización por el poder político del arte y la música. Basta ya de agresiones fascistas. Es hora de la organización y la lucha.
Treinta y tres años después de la muerte del dictador Franco, desde la Coordinadora Antifascista del Sureste nos vemos obligadas y obligados a denunciar y condenar el proceso de fascistización que sufrimos en el Estado Español en la actualidad. Un proceso que se hace más que patente en la Región de Murcia, donde la censura contra todo aquel y aquella que piense diferente, contra colectivos de toda índole que trabajan por un mundo mejor, es asfixiante. La construcción de una masa pasiva y homogénea, en la que no cabe la crítica, el matiz, la riqueza del intercambio en la diferencia, es la función social básica del fascismo. Ejemplos de esto son la execrable censura política a Leo Bassi en AlterArte y a grupos musicales como Manu Chao, Banda Bassotti, o Fermín Muguruza; la vergonzosa "razzia" policial contra inmigrantes en Torre Pacheco; la manifestación neonazi de Alianza Nacional en Cartagena el Primero de Mayo.
O en un plano mas general las Directivas Europeas: de las 65 horas y la conocida como "Directa de la Vergüenza" que permite encarcelar a inmigrantes "sin papeles" de 6 a 18 meses sin intervención judicial o la ley de Partidos que deja sin derechos a miles de ciudadanos y ciudadanas sobre todo en Euskal Herria mientras las organizaciones fascistas y xenófobas gozan de impunidad y así un largo etcétera
Un 20-N, por tanto, en el que tenemos que hablar de un rebrote de las acciones del fascismo y recordar al siempre presente compañero Carlos Javier Palomino, un joven de 16 años asesinado por un militar fascista el pasado 11 de Noviembre de 2007
Estos grupos ultraderechistas perpetran continuas agresiones violentas, llegando en demasiados casos al asesinato y constituyendo un auténtico terrorismo contra el colectivo inmigrante, LGTB, y todas las personas que luchan por la justicia social, contra el racismo, al lado de los sectores más expuestos a la explotación y el desamparo. ¿Qué duda cabe de que estas numerosas acciones fascistas conforman un terrorismo de clase? ¿Qué duda cabe de que se ven protegidos y protegidas, de forma pasiva o activa, por los poderes públicos?
Es insultante constatar día a día esta complicidad, y como las personas criminalizadas, perseguidas y estigmatizadas somos los antifascistas y las antifascistas. Son nuestras manifestaciones las ilegalizadas, somos quienes recibimos las cargas policiales y quienes aparecemos en los medios de formación de masas como peligrosas y peligrosos delincuentes a eliminar. Con un discurso machaconamente repetido intentan equiparar fascistas y antifascistas, ataque y defensa, verdugo y víctima.
Y esto no es casualidad. Vivimos una crisis capitalista que trae consigo destrucción de empleo, precariedad, endeudamiento masivo y una fuerte inflación. Así como un aumento de la explotación como ya se ha previsto a través de la Directiva Europea de las 65 horas.
Es en estas circunstancias cuando el fascismo surge como una necesidad para la supervivencia del propio sistema.
Observamos como aumenta la insistencia en los mensajes que achacan al colectivo inmigrante los problemas derivados de la crisis y la inseguridad ciudadana. Los partidos racistas y xenófobos, en muchos casos con la complicidad de las autoridades e instituciones, empiezan preparar el caldo de cultivo necesario para descargar la crisis en nuestras espaldas; ocultando a los verdaderos y verdaderas culpables de la situación con el señuelo del odio al diferente. Por todo esto se hace necesaria una actuación decidida que inevitablemente debe ser unitaria. Inmigrantes y personas autóctonas debemos trabajar en conjunto contra el fascismo en todas sus formas: el de las calles y el del Parlamento.
Este año también viene salpicado por la Ley de la Memoria Histórica y la iniciativa del juez Garzón de abrir un sumario sobre los asesinatos de antifascistas durante el franquismo. Nosotros y nosotras creemos en la recuperación de la memoria histórica, pero una memoria histórica antifascista que no falsee la verdad. Decimos junto a las victimas del fascismo: verdad, justicia y reparación. Exigimos la ilegalización y condena del franquismo y de sus continuadores y no aceptamos que se iguale a fascistas y antifascistas; una manipulación histórica que no sólo se emplea en el contexto de la Guerra Civil, sino que, como hemos señalado, la estamos sufriendo los diversos colectivos antifascistas en los últimos años.
En este 20N, debemos redoblar los esfuerzos de unidad, pues sólo podremos vencer al fascismo con la acción unitaria. Con el trabajo constante en centros de estudio, de trabajo, con convocatorias y actos de óptica antifascista y popular. Para poner fin de una vez por todas al fascismo tanto en las calles como en las instituciones. Para dirigirnos a un cambio social, un proceso democrático de mejora de nuestras condiciones de vida y de cambio radical con lo heredado del franquismo.
Por ello, desde aquí hacemos un llamado a todos los colectivos e individualidades antifascistas que se sumen a esta Coordinadora y la hagan suya
Este 20 y 22 de Noviembre salgamos todos y todas a la calle y digamos no al fascismo en cualquiera de sus formas. Digamos no al racismo y la xenofobia trabajando por la convivencia entre culturas y pueblos. No a la censura ni a la instrumentalización por el poder político del arte y la música. Basta ya de agresiones fascistas. Es hora de la organización y la lucha.
¡CARLOS HERMANO NOSOTR@S NO OLVIDAMOS!
CONTRA EL FASCISMO Y SU VIOLENCIA HOY Y SIEMPRE ¡RESISTENCIA!
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